Es planta delicada la dulce verde hiedra

que se arrastra solemne en la antiguas ruinas.

De lo que engulle escoge, por su mejor banquete,

—me supongo—, su celda por solitaria y fría.

La pared se derrumba, la piedra se deshace

satisfecha su hambre, su delicado antojo

es el polvo enmohecido que los años deshoja:

es su alegre sustento, su comida feliz.

Se arrastra sigilosa donde no existe vida,

es una rara planta la verde antigua hiedra.

(Charles Dickens)


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